NOMBRE COMPLETO | Eduardo Gustavo Loureiro Álvarez | |
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FECHA DE NACIMIENTO | 8 de septiembre de 1964 | |
LUGAR DE NACIMIENTO | Montevideo (Uruguay) | |
DEMARCACIÓN | Lateral derecho | |
CLUB DE PROCEDENCIA | Gran Peña | |
TEMPORADAS EN EL CLUB | 4 (1984-85 y 1986-89) | |
PARTIDOS | 28 | |
GOLES | 0 | |
CLUB DE DESTINO | RC Deportivo | |
EQUIPO ACTUAL | Retirado |
Hijo de un gallego de Peitieiros (Gondomar), y de madre uruguaya, Gustavo comenzó a jugar al futbol en Uruguay. Nos cuenta que empezó en el Brandi, un equipo de su barrio, desde los siete a los nueve años y luego jugó en la Escuela Industrial de Río Branco, pueblo en el que pasó sus últimos cuatro años en el país charrua antes de retornar para Galicia.
Con catorce años se volvió con sus padres a Galicia, y siguió disfrutando del futbol en nuestra tierra. Jugó en el Gondomar, en todas las categorías: infantiles, juveniles y senior (aún en edad juvenil). Luego pasó al Celta juvenil de Liga Nacional, y de ahí al Gran Peña. Aunque destacó en el futbol como lateral derecho, lo cierto es que nunca había jugado de lateral hasta que en el Gran Peña tuvo que hacerlo por necesidades del equipo, tal y nos cuenta Gustavo: “ Desde que ocupé el puesto de lateral en el Gran Peña por necesidad, ahí me fueron metiendo los diferentes entrenadores hasta llegar a jugar como profesional en esa demarcación. Siempre había jugado de mediocentro o de central, de hecho el Celta me ficha del Gondomar después de jugar toda la temporada en Preferente como líbero.”
Los que le conozcan desde niño pueden contar, que hasta los 18 años tenía una calidad increíble y jugaba en el medio del campo, como organizador, y lo hacía bien, como el propio Gustavo recuerda: “Hasta Milorad Pavic me llevó a una pretemporada con el Celta luego de salir de juveniles de Liga Nacional y jugué todos los partidos en esa posición; pero a partir de ahí fui dejando que me pusiesen en posiciones más retrasadas, central o lateral, y se produjo la catarsis que es la imagen que la gente seguramente tenga de mi; yo era un jugador “bastante”: con bastante intensidad, técnicamente bastante correcto, marcador bastante agresivo y con bastante buen juego aéreo…”
El 9 de septiembre de 1984, el equipo filial del Celta tenía que jugar en Cadiz en lugar del primer equipo por la huelga de futbolistas. Este se puede considerar como el debut en el primer equipo de Gustavo, pero el verdadero debut se produjo un par de años después, la temporada del “play-off” (1986-87), con Colin Addison de entrenador. Gustavo Loureiro no olvida aquel día: “Imposible olvidarlo, fue contra el Barcelona B en Balaidos y ganamos 5-0, todos los goles en la segunda parte; fui titular como lateral derecho. Fue uno de los días más especiales de mi vida por lo que significaba como reto personal, por jugar en el club en el que desde muy niño mi padre me decía que iba a jugar y cumplirle el sueño a él, por ser “hincha” fanático del Celta desde que llegué de Montevideo y por lo que supuso para mis padres, que no lo estaban pasando bien, y que siempre soñaron con ese momento.”
Gustavo se mantuvo en el club celeste hasta la campaña 1988-89, jugando un total de 28 partidos de liga, y debutando en primera división con el club de Balaidos. Estuvo dos temporadas en la máxima categoría con el Celta, años en los que le equipo a punto estuvo de lograr la clasificación para la Copa de la UEFA.
Su etapa en Celta es inolvidable para él, un celtista de corazón: “Todos son recuerdos fantásticos, era vivir un sueño que está al alcance de pocos, jugar en el equipo del que eras hincha fanático, con compañeros espectaculares que siempre trataron de ayudarte y con una afición que siempre me trató de maravilla … De los entrenadores que tuvo en el Celta tengo recuerdos de todo tipo, buenos y de los otros, alguna injusticia en el tintero pero rencor ninguno…traté de aprender algo de todos y cada uno…aunque reconozco que de alguno me cuesta sacar algo en limpio.”
Recuerda también cuando firmó su primer contrato profesional, y pensó que podría vivir de aquello: “Pensé que podía vivir del fútbol cuando el Celta, después de haber jugado tres partidos en el primer equipo, me llamó para hacerme contrato profesional al que no estaba obligado hasta que completase diez partidos, pero como quedaba libre me quisieron asegurar y firmé mi primer contrato por unas cantidades que hoy serían irrisorias pero que en aquél momento eran importantes, sobre todo para mi....por suerte el poco o mucho dinero que gané en el fútbol lo supe invertir bien…”
De cara a la temporada 1989-90, el Celta le concede la baja, y acaba fichando por el eterno rival, el Deportivo: “Mi marcha a Coruña fue traumática por muchos motivos: porque en el Celta jugué lesionado e infiltrado varios partidos a petición del entrenador hasta que tuve que operarme de pubis, porque se me había prometido la renovación antes de operarme y después de la operación nadie del club se dirigió a mi ni para saber como estaba, porque el día que salí por última vez del vestuario local de Balaidos fue uno de los días más tristes de mi vida y porque me iba para el Depor, el enemigo, el archirival..”
“En cuanto a la reacción de la gente hubo de todo: chistes, broncas, vaciles, salidas de tono, pero en general entendieron que era un profesional y que tenía que ir allá donde me quisiesen y además que no era por mi voluntad.”.
De su paso por el Deportivo, pese a las lesiones y los problemas a su llegada, Gustavo tiene muy buen recuerdo: “En cuanto a mis tres años y medio en el Depor solo tengo palabras de agradecimiento para el club, su directiva, excepto para una persona que nunca estuvo a la altura de su puesto, y para la afición ya que después de las reticencias iniciales por llegar desde el Celta y ser confeso hincha, me acogieron muy bien y además hice amistades que perdurarán para toda la vida; deportivamente hago un balance muy positivo, más allá de que una fractura de tibia en el Teresa Herrera de 1990 me haya postrado durante toda esa temporada y una semana antes del ascenso a Primera División, en 1991, la muerte muy prematura de mi padre haya marcado mi futuro en todos los aspectos”.
Tras dejar el Deportivo, de donde, para variar, salió con una importante lesión en la rodilla derecha, estuvo en el Badajoz, que estaba en Segunda División, pero esa misma lesión dio para atrás con su fichaje que ya se había consumado. De allí se fue al Marbella de Jesús Gil donde tampoco pasó el reconocimiento médico, con el contrato ya firmado.
Después de estos problemas, tuvo una aventura de una semana en Bolivia, a donde llegó para jugar en The Strongest: “Pero al aterrizar allí casi me muero por la altura y le dije a mi representante que me volvía para España, casi me mata…habíamos firmado un contrato espectacular con el The Strongest, el club más importante de allí, por seis meses para jugar la Liga Boliviana y la Copa Libertadores, pero aquél clima era insufrible estaba mareado todo el día y decidí volverme,”, recuerda Gustavo.
“Luego estuve en Uruguay, más de vacaciones que otra cosa, pero me llevaron a entrenar al equipo del barrio en el que nací que había subido a primera división, Racing, y fui dos días, en cuanto me metieron en la playa a correr con sacos de arena no fui más, ya estaba con la mente fuera del fútbol aunque solo tenía 29 años.”
Cuando regresó a Vigo le fichó el Gran Peña que estaba en Preferente y empezó a trabajar en la empresa del presidente de aquél entonces, Jesús Martinez Souto, para el que Gustavo tiene un gran recuerdo: “Un fenómeno como persona y buen amigo”.
Después de subir a Tercera con el Gran Peña y mantenerse en esa categoría en la temporada siguiente, con 31 años dejó el fútbol definitivamente. Actualmente, Gustavo Loureiro trabaja en la Universidad de Vigo como Técnico en Actividades Deportivas en el Campus de Pontevedra. Hace unos años fue Director Deportivo del Rápido de Bouzas durante un año y medio, desde hace poco se metió en el mundillo de los entrenadores, y ha dirigido al Pontellas y al Marin, contando con otro ex céltico Nacho Cantero, como ayudante: “El tema de entrenar surgió casi de casualidad y ahí conté como ayudante con Nacho que es un hombre de fútbol muy válido y tiene lo más importante que debe tener a mi entender un colaborador: lealtad, algo que debía de ser lo común pero que, desgraciadamente, es extraordinario. Estoy muy contento del tándem que hemos “armado” ya que nos complementamos muy bien y pensamos seguir juntos hasta donde el fútbol nos lleve, no tenemos, ni él ni yo, objetivos marcados, simplemente trabajar y trasladar nuestra ideas, además va a ser difícil, siendo realistas, que podamos llegar a la élite, más bien creo que, por mi parte, la posibilidad de que eso suceda pasa por ser ayudante de algún entrenador , circunstancia que estuvo cerca de concretarse hace dos temporadas con un muy buen amigo que entrenaba en Segunda división, pero que por diferentes razones no se concretó; espero que esa posibilidad, u otra ,se vuelva a presentar y mientras tanto me preparo por si eso llega.”
Ya con su experiencia en los banquillos hace un repaso a su carrera, y valora a los técnicos que ha tenido durante su paso por el futbol: “De todos traté de sacar lo positivo, pero cinco entrenadores marcaron mi formación: por orden cronológico el primero es Manuel Fernández, mi gran amigo Manolo Penisco entrenador de los infantiles del Gondomar, me inculcó los valores de la honradez y la honestidad en el deporte y en la vida. Enrique Hermida (hermano de Hermidita) entrenador de los juveniles y mayores del Gondomar, me hizo sentir importante dentro de un campo de juego, con lo que ello significa para un jugador, teniendo 16 años y jugando con los seniors. Felix Carnero en el Gran Peña, fue el que produjo el gran cambio en mí, me preparó para ser profesional del fútbol. Santiago Castro también en el Gran Peña fue otro entrenador que me hizo sentir más importante y considerado en una Tercera División muy dura como era la de aquellos años. Y ya siendo profesional el que más me marcó fue Collin Addison, un genio con el que entrenar era sinónimo de disfrutar, un hombre con una psicología increíble, me hizo crecer él en un año más que todos los demás juntos en mi etapa de profesional.”
Gustavo es un apasionado del fútbol. En Uruguay es hincha del Nacional de Montevideo, del que es socio, al igual que sus hijas. Escucha y sigue los partidos por Internet a cualquier hora del día, con una pasión inigualable. En España es hincha del Celta, simpatizante del Depor y también del Atlhetic de Bilbao por sus buenos amigos bilbainos.
A nivel aficionado es hincha del Gondomar por sentimiento, del Gran Peña por todo lo que le dio y sigue de cerca al Rápido de Bouzas y al Pontellas por su pasado reciente. Es este un repaso a la trayectoria de Gustavo Loureiro Álvarez, un hombre que cumplió el sueño de jugar en el Celta, el club en el que su padre, allá en Montevideo, cuando era un niño, le decía que acabaría jugando.
TRAYECTORIA
1971-73 Brandi (Benjamines)
1973-78 Escuela Industrial (Alevines)1978-79 Gondomar (Infantil)
1979-80 Gondomar (Juveniles)
1980-81 Gondomar (Senior)
1981-82 Celta Juvenil (Liga Nacional)
1982-86 Gran Peña (Tercera División)
1986-89 Real Club Celta
1989-92 Deportivo
1993-95 Gran Peña
TRAYECTORIA EN EL CELTA EN LIGA
1984-85 (2ª División) 1 partido / 0 goles
1986-87 (2ª División) 10 partidos / 0 goles
1987-88 (1ª División) 7 partidos / 0 goles
1988-89 (1ª División) 10 partidos / 0 golesTOTAL CON EL CELTA EN LIGA 28 partidos / 0 goles
- Desde "Yo jugué en el Celta" agradecemos a Gustavo Loureiro toda la colaboración ofrecida.
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